El Baile de Tabla en el Municipio de La Huacana, Michoacán
"Percepciones de un mundo que se acaba"
Por Ysrael González Castillo
CAS-BUAP
(2018) Publicación de artículo: El baile de tabla en el municipio de La Huacana, Michoacán "Percepciones de un mundo que se acaba". La madera en el arte michoacano. BBA En esta versión se añade información a la versión impresa en el libro.
Introducción
Este artículo se sustenta en la Historia Oral recuperada a partir de mi experiencia vivida en la Tierra Caliente michoacana, donde conocí a Leandro Corona Bedolla,[1] quien fue mi principal informante en el aprendizaje e interpretación de los sones de arpa grande. El tema central es el baile de tabla,[2] como se conoce localmente a la celebración festiva que conjuga música y baile, en la que se bailan sones, gustos, malagueñas, indias y chilenas sobre una tabla de madera. Destacaré primeramente la siembra de la tabla, para posteriormente centrarme en el caso de las bodas,[3] para eso, compartiré algunos fragmentos de los relatos que Leandro Corona me brindó en vida y que están relacionados con dicho tema. Un tercer apartado habla de la percepción de un mundo que se acaba: el mundo de los bailes de tabla y de los sones terracalenteños. Finalmente, terminaré el artículo con un breve comentario acerca de la persistencia de esta práctica y de la necesaria valoración del uso de la parota dentro de la cultura terracalenteña.
¿Qué es el baile de tabla?
El baile de tabla es una práctica cultural mestiza difundida en algunas regiones del occidente de nuestro país. Hasta donde he podido constatar presencialmente, se difundió en algunas comunidades del estado de Guerrero y del sur de Michoacán. Se le llama así porque justamente se baila sobre una tabla. Cuentan los músicos y bailadores de edad avanzada que la tabla se extraía de un árbol de madera dura nombrado parota, perteneciente a la familia de las leguminosas y típico de la región de Tierra Caliente. Se trata de un árbol muy grande, pues su tronco puede alcanzar un diámetro mayor a los 2 o 3 metros. De ahí que la tabla usada para el baile, pueda ser de una sola pieza y de un espesor aproximado de una pulgada o dos. Las medidas de longitud pueden variar, sin embargo, es posible hablar de una anchura aproximada de 80 centímetros por 1.80 metros de largo.
Una vez que se cuenta con la tabla para el baile, la cual anda rolando de fiesta en fiesta (pues generalmente se presta), se elige el lugar, dentro del espacio designado por los caseros, en el que habrá de realizarse el festejo, para entonces poder "plantar" la dicha tabla. Normalmente se realiza debajo de una enramada, la cual puede construirse con algunos horcones de madera cubiertos con jihuite de ajonjolí o, cuando no hay este material, se cubre con ahuijote, pues estos elementos son de la región y ofrecen buena sombra. En algunas poblaciones se usa la palma real que traen de una población llamada Mata de plátano, cerca del Volcán El Jorullo. Dentro de ese espacio habrán de congregarse los músicos, los bailadores, los festejados, los invitados y la gente del gusto en general. Pero antes del festejo se ha de "plantar" propiamente la tabla. En el caso de las bodas, esto se hace en las vísperas de la fiesta, es decir, el día anterior a la boda, cuando empieza a pardear la noche. A esta parte de los preparativos de la fiesta se le llamaba antaño los nixtamales. Narra Don Leandro que los músicos llegaban a lomo de bestia a la casa del novio haciendo trayectos largos, para tocar en los nixtamales a las cocineras. Mientras ellas, las cocineras mataban y pelaban a las gallinas y preparaban los nixtamales para las tortillas que se hacía a mano. Los hombres sacrificaban una res, un becerro generalmente para la comida del día siguiente. En esa tarde, conforme iba oscureciendo, se iba cavando el pozo para la tabla. Para esto, se elegía el lugar donde se plantaría la tabla, teniendo en cuenta el declive del terreno la dirección del sol, y que los músicos pudieran acomodarse sentados en media luna. En este sentido, en estas poblaciones, según los relatos de Don Leandro, los músicos tocaban sentados porque lo hacían por muchas horas, y hasta por varios días; además de que al estar sentados los músicos se escuchaban mejor entre ellos debido a la configuración especial del conjunto de arpa.[4] Y ya frente a ese espacio se presentaba la tabla en la tierra y se marcaba su perímetro. Posteriormente se levantaba y se rascaba a pico, barreta y pala, a unos diez centímetros hacia dentro del margen perimetral de la tabla que antes había sido presentada, para dejar una pestaña donde pudiera descansar la misma.
Siembra de tabla de parota en el Jazmín, Foto: Ana Alanís
La profundidad del pozo ha siempre dependido, del terreno, pues hay poblaciones en las que la laja complica una buena profundidad, pero lo ideal es cavar 80 centímetros, ya que esta profundidad le da buena acústica a la tabla. Cuenta Leandro que anteriormente se depositaban adentro del hoyo unos botes mantequeros para darle mejor resonancia, y hay incluso quienes cuentan que se colocaban cántaros de barro o pochas de agua. Una vez hecho el pozo, se planta la tabla a flor de tierra y se cala con algún bailador. Antaño se hacía todo esto mientras los músicos tocaban a las cocineras, quienes eventualmente dejaban su actividad para bailarse un son, al mismo tiempo que los caseros iban trabajando el pozo, nivelando aquí y rascando allá, y calándola con un bailador hasta que quedaran conformes todos con el sonido que daba la tabla. Algunos bailadores como don Javier Ramírez[5] de Zicuirán, recuerdan que a un kilómetro de distancia del baile, se escuchaban ya los redobles de los bailadores en la tabla, los cuales anteriormente bailaban con huarache o descalzos, pero de un tiempo para acá se usa más el botín.[6] Finalmente es ahí donde se sella con tierra en las orillas y ya está lista para el baile del día siguiente, pero ese día de preparación, se toca hasta media noche, acompañados con unos tragos de mezcal o chínguere y una cena: percances con chile y tortillas, pero con reserva para la fiesta de los novios del día siguiente.
Leandro Corona me relataba:
Ya te digo, el uso de esto que te estoy grabando... El principio, por la noche, la víspera, le nombraban nixtamales porque entonces no había molinos ni de mano siquiera, las mujeres muy trabajadoras, por eso decían: "me tocas en los nixtamales" porque ponían el nixtamal, un hectolitro o más, para toda la gente que le iban a dar de comer, lo ponían ahi [sic], y era un...cómo te dijera, pos [sic] una costumbre, porque en la noche, decían ellos, que mientras estaban los nixtamales, que se les tocara la vela[da]. Entonces, nosotros tocábamos, como estábamos descansaditos, casi le llegábamos[7] a media noche, divirtiéndonos viendo bailar, es una cosa que le ayudaba a uno a este trabajo tan pesa[d]o, a distraerse viendo bailar, [es]tarles tocando y ellos baila y baila, como hasta media noche.
El baile de tabla el día de la fiesta de los novios
El día de la boda los músicos madrugaban y seguían tocando:
...a las cinco de la mañana, cuando tocábamos con Natividad López,[8] ya óibamos [sic] el bordonazo del arpa, ya le decía yo a los demás: "¡vámonos, ya aquel nos está llamando!", eso era el llamado, con bordonazos en la arpa y era tocar desde la cinco de la mañana, amanecer toque y toque, todo el santo día y eso era tocar... se usaba que se iban a casar de los ranchos al templo de la Huacana y de allá para acá se venían, todo el acompañamiento juntito.
Una vez que la boda religiosa terminaba y regresaban los novios con los acompañantes a la fiesta, enviaban a una persona por delante en su caballo, el cual tenía un rol especial en la boda y a quien nombraban de modo particular. Al llegar los novios se realizaba la corrida de banderas, costumbre que ya se ha perdido. Veamos el siguiente fragmento:
Y llevaban los novios uno especial que le decían "el zopilote", así es su nombramiento, porque ese tenía que venirse por delante, a avisar que ya venían los novios. Le colgaban todos los tiliches de los novios en la bestia y se venía. Cuando ya ven[ía] ya empezaba la gente ay [sic] animada y todo: "¡ahi [sic] viene, ya el zopilote, ya vienen los novios!". ¡Ay, era una cosa... de acordar... triste no creas! Llegaba el zopilote y le dicen y escuchaban todos:
-"¿Y de [d]onde vienen?"
-"Ya vienen ya me mandaron, ya se quedaron ya arreglándose ya pa' ven[ir] ya vienen por ahi [sic]"
Y si, no tardaban en llegar, se ponían como allá [d]onde estaba la camioneta, se paraban todos con juntos [sic]. De allí corrían las banderas, tres pares de caballos, con las banderitas así, pañuelos como esos rojos (paños o paliacates). Así hasta que enfrente del arpa rayaban los caballos al pie del arpa. Se regresaban igualmente hasta el pie del [a]compañamiento, venían otros rayaban sus caballos, salían y entraban otros. Eso era lo que se hacía en los novios ahí, lo que se demoraban para la llegada, corría el otro par de banderas lo mismo hacían hasta el pie del arpa y de vuelta hasta el pié de los novios. Banderas muy organizaditas: corren las banderas recio y las banderas cruzaditas, un caballo allá y otro acá, apariaditos [en] la carrera tanto al llegar acá como al llegar a ontaba [sic] el acompañamiento. Corrían las tres banderas, [y] ya se venían aquí, así, mira. Acá el montón de gente así, apariaditos hasta el pié del arpa. Y el arpa tocándoles esos sones, ese canario, [el] buscapiés y el maracumbé, ...tres sones[9] propios pa' la llegada. Ya que les tocaba uno eso, se metía el baile en calor, la fiesta, la tocadera, toque y toque y la bailadera. Se bañaba uno en sudor y toque y toque y toque, toda la gente amontonados ahí. Y ya cual más quería bailar, mujeres y hombres. Aquí era una cosa pesada para nosotros, pero teníamos aguante, tanto mis compañeros como yo, aguantábamos mucho. Y ya te digo eso era lo de aquí, a estas horas [las 6 de la tarde aproximadamente] la borrachera ahi [sic] pidiendo sones y baile y baile, la gente muy del gusto de bailar, ¡una cosa exagerada!, la cosa de la bailadera de la gente: "¡tío tócame el son fulano!, ¡échate el son sutano!" A veces hasta cuatro se juntaban nomás pidiendo sones. Tocaba uno lo que podía uno pues poco a poco, no había modo de tocárselos todos. Era pesado...pero el arpero nomás decía, pedían sones por el tono de re, como "el pajarillo", como "las abejas", como todos los que están por ahi [sic] decía: "nomás por este tono déjenme tocar todos los sones para que ya luego que me pidan por sol o en otro tono volver a transportar mi arpa". ¡No, nomás le jalaban a la tarugada, no! Ponía sus cuerdas para que le dieran el tono y eso. Cuando nos pedían todos los sones que te toco de la llegada son en sol, tocábamos mucho rato, ya cuando pedían unas abejas o algo, transportaba su arpa. Eso era lo que nos entreteníamos mientras que transportaba dos o tres cuerditas para que le dieran al tocar el son. ¡Eh! Ya pa'que me acuerdo, han decir que los humillo, ¡qu[i]en toque como mis arperos, me voy a morir y no vuelvo a oír uno! Para tocar [en] el tono que le correspondía transportaban su arpa, para que se oyera bonito, pa'que no se oyera desabrido aquello, que lo que correspondía al tono de re no tuviera el arpa afinada en sol, ¡no! Dos o tres cuerditas pero las transportaban donde eran, todos los sones se oiban [sic] limpiecitos...Y, ya te digo, verlos bailando, y eso a cada rato había matrimonios, [y] la música era de arpa. No digo que sólo nosotros, no, había más, pero cuando no les tocaba uno les tocaba otro, pero música de arpa de Churumuco o a veces era [de] la Huacana."
Percepción de un mundo que se acaba
Quizás lo más conmovedor de estos relatos que Leandro Corona me compartió es esa percepción de un mundo que se acaba, de una cultura que se extingue, esa melancolía de sentir el olvido de la tradición sonera que amaba, como veremos en seguida:
...era una cosa que se usaba en aquel tiempo pa'la llegada de los novios. Todo se ha ido acabando. Ya ahorita se los grabo a las personas porque me los piden, pero no porque se usen ya. Ya todo eso son cosas de antaño, [aquí] no les tienen ya amor, no les tienen afecto. [La] llegada de los novios, [las] corridas de las banderas todo se acabó. Éste era el son de la llegada de los novios... [Leandro interpreta El canario]... Ahi [sic] tienes El canario, eso era la llegada de los novios, cosas que ya ni más las volverás a ver. Me van a dispensar: dile al que los oiga que ya tengo mucha edad, conservo eso como por gracia que Dios me ha dado de todavía poder algo, pero que ya los dedos ya se me están desmayando, ya no puedo dar las pisadas en la diapasón ...[Leandro interpreta "El buscapiés"]... Es El buscapiés pa'los novios, pero esos eran aprisita, por que le tupían la bailada, esos sones muy aprisita pa'bailar, lo que [se] les nombran aquí "son de pata". Así le nombran a los sones que se tocan livianitos, quiere decir que son apuraditos, tupiditos. ¡Cómo crees! Tanta gente [y] estarse dando uno abasto, que no, salía uno y entraba el otro luego luego, no se tardaban nada y salían y echaban montón alrededor de la tabla: salía uno y entraba otro luego luego y nosotros zas y zas, como crees pa'tocar esos sones, una cosa exagerada, ¡[y] que haiga quien los aguante! ¿Que veas esos bailes? Jamás los vuelves a oír porque pues ya la cosa de llegada, de las banderas, pues necesitar[í]a que vieran como corrían las tres pares de banderas, tres paradas de caballos, a la hora de la [llegada] y ya cuando corrían las tres paradas ya se venía[n] el conjunto todo, se quedaban lejos como ahi[sic] [d]onde está aquella camioneta [cuarenta o 50 metros aproximadamente], todo el acompañamiento con los novios y cuando ya corrían las tres banderas se venían todos, juntitos hasta el pié del arpa, unos a bajar la novia otros a quitar las espuelas al novio. Era cosa bonita, pero ya ni siquiera por tradición lo hacen, ya todo se olvidó. Te lo estoy diciendo porque nadien te lo da, nadien [sic] te da el informe que me [es]tás pidiendo y afortunadamente aquí estoy yo, que se los doy porque quien quite y lo conserven y lo dejen y que les digan que solamente yo tengo eso, nadien [sic] les da más, por mucho que sepan y que el estilo de Churumuco y la Huacana sólo yo lo tengo... Que pa' lo de Apatzingán yo no me meto, yo no soy valonero, ni cancionero, puros sones porque no nos permitían más, aquí no nos permitían, decían: "si nos toca piezas bailamos sobre los instrumentos" ¡Eh! Lo delicado que era porque no les gustaba que se las abrazaran [a] las mujeres, pero aquí no nos permitían, sones desde que empezábamos hasta que terminaba."
Comentarios finales
Como hemos podido apreciar, esta tradición tuvo arraigo en la región, pero desde los años setentas comenzó a perderse la práctica de tan singular estilo. Hoy el actual Conjunto de arpa Grande El Lindero, conformado por músicos locales y músicos fuereños como es mi caso (que enamorados de esta música y del baile de tabla asociado a ella, hemos tratado de aprender el repertorio antiguo que fue enseñado por estos legendarios músicos cuando aún vivían, me refiero a Leandro Corona, Isaías Corona y José Jiménez) no perdemos la fe de revitalizar el baile de tabla en la región, con la certeza puesta en que las semillas arrojadas por aquellos grandes músicos y maestros campesinos algún día germinarán y darán flor y fruto, aunque esto ya no lo vean ellos y esto se desarrolle en un contexto distinto, y a veces hasta migrando esta práctica a otros lares, quizás reformulándose y adaptándose a los nuevos contextos en que vivimos.
Es importante decir que al mismo tiempo que la práctica del baile de tabla fue decayendo, la parota ha ido desapareciendo del paisaje terracalenteño, esto, debido a la tala inmoderada de la misma, ya que, por su gran altura, diámetro y consistencia, ha sido muy preciada en la construcción de muebles finos, entre otros usos posibles. Al grado que hoy, no es fácil hallar un tablón para su uso dentro de la práctica del baile de tabla. Ha llegado incluso a escasear dentro de la construcción de los instrumentos musicales de la región, siendo sustituida hasta por triplay. La parota, es típica de la Tierra Caliente, y aún es posible encontrarla, actualmente es una especie protegida, y evidentemente, ha sido parte esencial en la historia, la cultura e identidad de esta región.
[1] Leandro Corona Bedolla (1907-2009), fue un músico muy experimentado en la interpretación del violín dentro los legendarios Conjuntos de Arpa Grande "Zicuirán" y "El Lindero". Conjuntos que interpretaron un estilo antiguo de son mestizo en la Tierra Caliente de Michoacán, particularmente en los municipios de Churumuco y La Huacana, falleció a los 102 años de edad.
[2] En otras regiones de nuestro país se le conoce como fandango a esta práctica cultural donde se interpretan y bailan sones mestizos.
[3] Aunque hay que decir que el baile de tabla se usó también para celebrar los combates de la cosecha, los combates de la labor, las fiestas comunitarias o celebraciones que se organizaban locamente, y en otras actividades como cuando se herraba al ganado o se festejaba a alguien.
[4] El conjunto de arpa tiene una formación especial, el arpa gobierna y tiene un lugar central, pues declara los sones. El guitarrero se ubica en el extremo izquierdo del arpero y el tamboreador (como se le llama a quien percute sobre una de las tapas del arpa) queda frente al guitarrero y los violines del costado derecho. Así todos pueden seguir el pulso del son ante la gritadera de la gente.
[5] Tamboreador y bailador, nieto de un arpero de Zicuirán, ya fallecido, de nombre Mauro Ramírez, e hijo de la tamboreadora de arpa Ofelia Ramírez.
[6] Pero hay que decir, que el sonido cambia, pues con huarache el redoble se escucha grave y con botín se escucha agudo.
[7] Se refiere a que terminaban de tocar hasta media noche.
[8] Natividad López fue un arpero nacido en el siglo XIX, muy famoso en esa región en los años 30s, uno de los maestros de Leandro Corona, tocó en un conjunto de arpa llamado Los Gualupeños, de Guadalupe Oropeo.
[9] Se refiere claramente al son de El canario, El buscapiés y El maracumbé, pero Don Abel Peñaloza, tamboreador actual del Conjunto El Lindero e hijo del primer arpero del Conjunto viejo del Lindero de nombre Alfonso Peñaloza, comenta que había otros sones para bodas, como el son El sope y El chonene. También son conocidos como sones de pata, porque no llevan versada ni canto de jananeo, es sólo música para redoblar en la tabla.